lunes, 25 de febrero de 2013

Cosas de héroes

Bueno he, he caminado por largo tiempo en estas tierras. He olido su olor, sentido el calor áspero de las piedras al tocar mis pies; ya avanzada la tarde cuando el sol está bien alto en el cielo, se siente incluso el calor, aquí en la planta del pie con todo y zuela y botas. Llevo siempre una cantimplora, con poca agüita, que mucha no es necesaria para los tramos que realizo. Algunos, de aquellos que gozan de dinero y uno que otro de nombre, me encargan "mandaditos". Otros, humildes como yo, sólo paran mi viada para charlar un poco, que por estos días hace mucha falta una persona con la cual hablar. Desde que está la gente que loca por la balacera, como que ya nadie tiene confianza, como que se guardan para sí, como que así lo siento yo. Pero de mi no pueden desconfiar y, aunque lo hicieran, no ganarían mucho porque saben ya de antemano que mucho no puedo hacerles. Se van por la imagen, ojos que juzgan de arriba-abajo sin reparar en la persona. Bien pudiera ser un ricachón desos que tiran dinero nomás así, por tirarlo. Pero con estos andrajos ni los compadres le creen a uno. Aunque no se crea usted, esto de andar así, como a trapos, tiene una que-otra ventaja; los ladrones, por ejemplo, no se le acercan a uno: A ver, dicen, ¿Qué le vamos a robar a un pobre diablo? Eso mero dicen, lo digo porque yo mismo los he oído. Desas veces que se ponen a hablar enfrente de uno, y hablan en tercera persona refiriéndose a uno mismo... !a uno mismo! Y hablan y dicen lo que uno siente, piensa y cree, como si yo mismo les estuviera diciendo lo que siento, creo y pienso. Me despojan de la humanidad, te digo que me despojan de la humanidad. Como espectador, así mero me quedo, ¿qué otra opción nos queda? Pero aquél día no fue así. !Oh, pero claro que no fue así! Si me había despertado bien temprano y sentía como que algo en los huesos, algo desas cosas que uno no puede explicar pero para intentarlas explicar se le inventan nombres. El caso esque andaba caviloso, dale y dale con lo mismo de que algo pasaría ese día. Y después de tanto buscarle pasó. Uno de esos tipos que se quieren pasar de vivos con las chamacas andaba forzándola para que le diera un piquito, ella lo empujaba pero se veía que la estaba empezando a tomar por la fuerza, yo ni fui a parar en la hembra, ¡qué le iba a ver yo! Yo tenía mis ojos bien puesto en el chaval, así que me dirigí a él, y le dije como si yo mismo me la creyera que soltara sus manos de la dama, que si no, aquí estaba yo para defenderle. En eso, que los dos se empiezan a reír, a burlarse de mí. La mujer se avienta, el tipo la carga y se besan.