Hacía tiempo que Juan Carlos había dejado de coleccionar
piedras. Antaño, cada vez que visitaba la playa, recolectaba una, la guardaba
en su frasco y posteriormente, en momentos de ocio tomaba una para recordar el
momento: anotaba la fecha y una palabra clave en la piedra que recogía. De esta
manera, se conectaba a sí mismo a través del tiempo. Juan Carlos tomó esa
costumbre cuando murió su madre. Sumergido en la melancolía, se refugiaba en el
movimiento del agua, dejando que la marea desprendiera sus preocupaciones y la
arena lo distrajera de sus penas. En momentos se sentaba un largo rato sin
tarea en específico, oía las olas, jugueteaba con la arena o cerraba los ojos y
sentía suavemente la brisa en su piel. Despojando los recuerdos de su madre
mediante la playa, Juan Carlos adquiría momentos parciales de tranquilidad en
aquél, su lugar favorito. Las piedras eran sólo un símbolo de que Juan Carlos
debía seguir, aceptar la vida y seguir. Sin embargo, Juan Carlos había dejado
de coleccionar piedras hacia un tiempo. Sus vecinos estaban acostumbrados a
verle llegar con los pantalones mojados y doblados a media pierna con una
piedra en la mano, sonriendo. Por ello, les extrañó cuando dejó de
salir de su casa. Se adentró en la soledad de su propiedad. Había rumores de
que Juan Carlos había muerto, que había sufrido un mal de amor, que se había
vuelto un anciano cascarrabias que no hacía más que quejarse. Lo cierto es que sigue vivo. Y aunque ya no colecciona piedras, aún conserva el
hábito de observarlas detalladamente, una tras otra, evocando junto con ellas
algún recuerdo. Es común verle en la sala, con los ojos cerrados, apretando un
objeto pétreo.
Juan Carlos dejó de coleccionar piedras hace mucho
tiempo, dejó de ir a la playa y dejó de lamentarse por la pérdida de su madre.
No se saben motivos. Lejos de lo que se cree, se le ve en ocasiones deambulando
a altas horas de la noche con una cerveza en la mano y la mirada dispersa, se
le confunde con un vagabundo y, pronuncia la misma frase al que se le acerque:
- La
marea acabará pronto. Pronto acabará la marea.
Se queda parado un tiempo, perplejo. Observa a su
interlocutor y gira su cuerpo lentamente, dándole la espalda. Camina y se aleja
del mundo al que alguna vez deseó pertenecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario